martes, 31 de enero de 2012

¡AL EURO NO SE LE PLANTA!


El euro está deprimido. Tiene problemas de erección. ¿Viagra? Un chico tan joven y tendrá que tomarla, no le queda remedio. Él desde bien pequeñito estaba enamorado de la vecina de arriba, la señora Europa. Era mucho más mayor, pero tenia dos grandes y tersas potencias, que se asomaban cuando se agachaba para recoger y subirle el periódico al vecino del ático, el señor Eustaquio Ernesto Undía Unoa.
Un día un nuevo vecino compró cuatro viviendas del vecindario, chino me equivoco, y empezó la discordia entre todos los vecinos.
El señor del ático empezó a congeniar con el nuevo vecino y la señora Europa tuvo celos y ya no fregaba el suelo todos los días. Empezó a estar triste. Encima sus hijos, tiene un montón, iba cada uno a su bola. Tiene unos cuantos que no hacen bien sus deberes. Además, no se ponían de acuerdo en que dirección debia tomar la empresa familiar.
Euro se asomaba por la mirilla y no veía ya a la señora Europa. No sabía donde estaba.
Ahora, todos los días por la tarde está sentado en un banco roto, sin esperanza que vuelva a pasar su señora, con una pastilla de viagra en la mano, mientras sus amigos adolescentes le gritan: ¡Al euro no se le planta, al euro no se le planta!     

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